Pequeña iglesia barroca del siglo XVII con bellos altares y figuras de apóstoles situada en la Plaza de San Felipe
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La Iglesia de San Felipe y Santiago el Menor, de estilo barroco y neoclasicista, se encuentra en la Plaza San Felipe, una de las plazas con más encanto de la ciudad, junto al Torreón Fortea y al Palacio de Argillo que en su interior acoge el Museo Pablo Gargallo.
Lo que más destaca del exterior de esta iglesia es su portada barroca, su puerta antiguamente era una de las que daba acceso a la Basílica del Pilar, para más adelante ser desmontada y trasladada a su actual emplazamiento.
Si pasas por delante de la iglesia y te la encuentras abierta, no dudes en entrar, lo más relevante del interior de la iglesia son los retablos barrocos que presiden sus capillas, las tallas de los apóstoles que custodian todo el pasillo de la nave central, así como el púlpito dorado y el retablo mayor.
Esta iglesia se construyó durante los siglos XVII y XVIII sustituyendo la anterior templo que se había quedado pequeño.
Los marqueses de Villaverde, que vivían en el contiguo Palacio de Argillo, aportaron importantes sumas de dinero para su construcción a cambio de tener un acceso directo al templo desde su casa.